miércoles, 18 de noviembre de 2009

" Reencuentro "


Hoy he vuelto a reencontrarme con mis antiguos compañero, y con algunos nuevos del aula, en la tertulia de verano del hotel Macarena. Son esos amigos de los que siempre he guardado un grato recuerdo, he recordado con pena a los que ya ya no están, pero me invadió una gran alegría, por todos los que seguimos formando parte de esos eslabones, con que se compone la cadena humana.
Ellas y ellos son para mi, pedacitos de recuerdos y de momentos entrañables que hemos compartidos juntos, que fueron tan felices, y que han pasado a formar parte de nuestras vidas imposible de olvidar. Porque bien podiamos decir, que nuestras ansias poeticas, se forjaron en esa fragua que es el aula, siendo nuestros forjadores, esos maestros maravillosos de la literatura y poesía, que son Fernando Ortiz, y Rafael Gómez Rivera.
Recuerdo a esos profesores, cada uno a su estilo, pero los dos unos magistrales poetas. Fernando con esa insistencia sobre el endecasilabo, lo recuerdo muy bien... ya que me hizo hacer mi primer soneto, y que se lo dediqué a él, titulándolo " A Fernando Ortíz ." Estos dos grandes poetas y profesores nuestros, que tanto influyeron, en hacernos sentír la poesía, con la sutileza de sus palabras, llevandonos a aspirar la misma esencia del poema, comprenderlo y plasmarlo en el papel... entre un claro-oscuro de palabras, que nos hacía conmover y amar la poesía.
Jamás olvidaré las clases de don Rafael, ¡ Eran magnificas ! Si... creo que esa es la palabra que más la indentifíca, ¡ Magnificas ! ninguno de sus alumnos queríamos que se acabasen, salíamos de clase con un regusto a arte imposible de definir, esas clases de don Rafael las hubieramos alargados, si hubiesemos podido. Porque en relidad eran maravillosas, conocimos a grandes poetas a traves de él.
Él nos hizo entender y amar la literatura y poesía, desnudando nuestra alma, para ponerla sobre el papel con todo el sentimiento. Nos enseñaba a sentir y escribir como un poeta; lo demás... ya era cómo la parábola del sembrador, según dónde caía la simiente... ¡ Qué tardes tan bonitas ! dicen mis amigas, todas creemos que aquel tiempo pasado, en las clases de don Rafael fue precioso;
porque ese tiempo ha quedado grabado en nuestras mente, como un hito lleno de belleza, dónde navegaba por el aire, el espiritu exquisito de la poesía.
Sería dificil describir con la pluma esas clases en el aula, ni a ese hombre sencillo, ni a ese gran profesor, ni a ese señor tan culto, ni a ese poeta que supo con sus palabras, tocar las fibras sensibles del alma de sus alumnos... cómo si fuera una guitarra. ¡ Gracias profesor !
CANELA.

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